Centro de Investigación y Enseñanza de Terapias Alternativas
  Métodos de Relajación
 
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Los métodos psicológicos de relajación más difundidos pueden dividirse en dos grupos:

 

a) aquéllos en los que la relajación se provoca por factores externos al sujeto (relajación "heteroinducida");

 

b) aquellos en los que la relajación la provoca el propio sujeto (relajación "autoinducida").

 

Al primer grupo pertenecen todos los métodos basados en la sugestión; el más conocido es la hipnosis, mediante la cual "se trata de obtener un estado de concentración relajante a partir de estímulos repetidos y monótonos".

 

La dependencia del individuo respecto de la figura del hipnotista y su pasividad en este tipo de relación, son las principales características de dicho método, el cual, según Freud, puede hacer desaparecer los síntomas pero en realidad no cura, puesto que no involucra la conciencia del paciente. Sin embargo, la postura que adopta el individuo, la concentración en un determinado objeto y la atención exclusiva a las palabras del hipnotista conducen a una forma de letargo y de aflojamiento, a un deseo de abandono y de reposo que se difunden progresivamente a todo el organismo; de este modo se obtiene una relajación muscular y un apaciguamiento emocional.

 

Veamos ahora los métodos en los cuales la relajación es autoinducida, es decir, los que requieren del sujeto una participación activa. Existen dos métodos muy conocidos, que están de moda pero que no se basan en estudios científicos controlados: el yoga y la meditación trascendental. Con el primero se pretende alcanzar, mediante ejercicios físicos y psicológicos sistemáticos y basados en la concentración mental, un estado de conciencia "superior"; el segundo método pretende llevar, mediante una relajación completa y profunda, a un estado de conciencia considerado como la "esencia pura" del pensamiento.

 

Muchas personas se sienten atraídas a estos métodos por su originalidad, por el ambiente esotérico en que se ponen en práctica, por el "carisma" de los instructores y, no pocas veces, por la enorme publicidad que se les asocia; no obstante, la falta de una investigación experimental rigurosa, la parcialidad con que se han emprendido los estudios al respecto y el origen de estos métodos ligados a doctrinas filosófico-religiosas muy alejadas de la cultura occidental hacen discutible su valor terapéutico.

 

Por lo que se refiere al yoga, quizá el "método oriental" más difundido actualmente, pueden encontrarse dos enfoques distintos: una forma simplificada y adaptada al grado de convertirlo en una mera gimnasia, útil como cualquier otro ejercicio físico, y otra forma que pretende "enseñar" el auténtico yoga. Respecto a este último caso, el psicólogo francés Jean Lamaire afirma que "un gran número de psicóticos, y especialmente de enfermos al borde de la esquizofrenia, se sienten particularmente atraídos por la vaga atmósfera "oceánica", "de fusión", "de anulación", y "pregenital" (en sentido psicoanalítico) que rodea al yoga. Cuando se trata de individuos con problemas muy arraigados, es frecuente que estas prácticas hagan aflorar desequilibrios que después es difícil remediar: los síntomas más comunes son el retraimiento y trastornos de mayor o menor intensidad, que varían desde el insomnio hasta manifestaciones psicóticas, a menudo con alucinaciones.

 

En cambio, hay otros dos métodos de relajación autoinducida que merecen un comentario detallado: se trata de la llamada "relajación progresiva", ideada por el fisiólogo estadounidense Edmund Jacobson, y el "entrenamiento autógeno", del psicólogo alemán Johannes E. Schultz.

 

La relajación progresiva se limita a los músculos que pueden activarse voluntariamente; el sujeto debe aprender a distinguir cuándo se encuentran en estado de contracción y cuando están en reposo. Por ejemplo, debe hacer que un bíceps se contraiga durante uno o dos minutos, percibiendo plenamente la sensación que acompaña a este esfuerzo; luego debe relajar o "aflojar" el músculo, para percibir plenamente lo que significa la relajación. De modo similar se "trabaja" con todos los principales grupos musculares del cuerpo, es decir, de los brazos, las piernas, el pecho, abdomen y la espalda; después se "trabaja" con los músculos de alrededor de los ojos y de los labios, la lengua y la garganta. De este modo, puede ponerse en práctica una relajación diferencial, que permite mantener relajados aquellos músculos que no se utilizan en determinado momento.

 

Jacobson decía que su método era "fisiológico y analítico", porque obligaban analizar uno por uno los diferentes grupos musculares; en cambio, el entrenamiento autógeno podría definirse como "psicológico y global", por que sus ejercicios implican una relación de todo el organismo.

 

En efecto, un entrenamiento regular y sistemático realizado mediante ejercicios sencillos permite al sujeto lograr gradualmente un estado de relajación que se extiende a todo el cuerpo. Con la práctica de tales ejercicios, que el sujeto sigue por cuenta propia, se producen, además de una disminución del tono muscular, fenómenos de índole somática (o corporal) y psíquica; estos fenómenos se producen por sí solos (de ahí el término "autógeno"), sin que los provoque ningún estímulo exterior. El entrenamiento lleva a una concentración que permite a la persona ser consciente de su cuerpo y de la relación que la psique guarda con éste: el percatarse del conjunto (del "todo") constituye una experiencia muy confortante.

 

Cuando los ejercicios se realizan en forma sistemática, se obtiene una tranquilidad general, se recuperan las energías rápidamente y, en ocasiones, se llega a tener experiencias y sensaciones de gran importancia y significado, que admiten una interpretación psicoterapéutica.

 

Este método es sencillo, aunque, por el hecho de involucrar mecanismos fisiológicos y psicológicos muy sutiles, al principio debe estar guiado por un especialista. No obstante, su elemento fundamental es el ejercicio personal y continuo, que induce a dejar que todo tenga lugar sin esfuerzo y en forma agradable.

 

El entrenamiento autógeno está indicado, al igual que otras técnicas de relajación, para aquellas personas que viven inmersas en las tensiones y los problemas de la vida diaria; permite obtener una relajación general, una reeducación de la función del sueño y una rápida y fácil recuperación de las energías. Muchas son las investigaciones que demuestran que el entrenamiento autógeno da resultados óptimos en casos de cefalea por tensión, trastornos funcionales cardiacos, gastroduodenitis, colitis espástica, hipertensión esencial y asma bronquial. Es pues un método muy valioso y, en manos expertas, permite lograr notables resultados.

 

Es interesante citar algo que el médico alemán Hannes Lindemann señalaba: en la India, los psiquiatras utilizan el entrenamiento autógeno y no el yoga; la mayoría de los deportistas japoneses, desde hace ya muchos años, se preparan para las competencias utilizando dicho método, y no el zen. El propio Lindemann alcanzó mucha fama en los años cincuenta, cuando cruzó sólo el Atlántico superando condiciones de intenso estrés, precisamente gracias al entrenamiento autógeno. Sin embargo, es muy frecuente que, por efecto de la moda y de la crisis que afecta a muchos valores tradicionales, algunas personas prefieran dedicarse (ingenuamente y con un entusiasmo que a veces es sincero) a métodos que no sólo les son extraños sino que a menudo son discutibles.

 

En conclusión, para afrontar el estrés podemos disponer de varios medios; todos son útiles, pero lo más útil es recurrir a todos (ejercicio, dieta equilibrada, apoyo social, algún método de relajación, alguna afición, etc.), lo cual no sólo ayuda a nuestra salud física sino también a nuestra maduración psíquica. Debemos recordar que no es sensato esperar resultados inmediatos y milagrosos si estamos iniciando un método en particular; la prisa (una vez más: ¡La prisa!) sólo puede acarrear más tensión y frustraciones. En cambio, la paciencia es indispensable; asimismo, conviene no mezclar al principio varios medios de un mismo género (por ejemplo, varios métodos de relajación).

 
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