Centro de Investigación y Enseñanza de Terapias Alternativas
  Lección 2
 
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La Muerte: Un gran Tabú

 

A la muerte no se le quiere ni siquiera mencionar, parecería que al evitar el tema se contara con el extraño poder de evitarla. Se cree que al mencionar la palabra muerte se invoca o que trae mala suerte el hacerlo. Algunas personas hacen uso de las supersticiones cuando escuchan el tema y tratan de tocar madera creyendo que así podrán evitarla. Cuando la realidad es que todos moriremos. No hay ningún ser humano que tenga un cuerpo inmortal; y sin embargo, a nadie le gusta enfrentar esa verdad. Desde los orígenes de la humanidad algunos grupos hacían sacrificios humanos para evitar que el sol se apagara. ¡Qué paradoja! Ofrecían su propia vida para evitar morir con tal de que la vida prevaleciera para los demás.

Desde épocas remotas podemos ver que no queremos morir. Y la muerte, lejos de verse como algo natural, se ha visto como un castigo. Por ejemplo, la desobediencia de Adán y Eva los privó de ser inmortales. En la mayoría de las culturas de la humanidad y en todos los tiempos no se quiere ver a la muerte como algo natural, cuesta trabajo llegar a aceptar que forma parte de la vida misma. Desde que estamos en el vientre de nuestra madre es lo único que nos pertenece y lo único con lo que contamos con seguridad.

El tema de la muerte hasta hoy día es visto como algo de mal gusto. Ni siquiera con un moribundo que quiere despedirse se puede aceptar afrontarlo. Tratan de negar y evitar el tema, supuestamente para proteger al moribundo de un tema desagradable o una palabra poderosa que con solo mencionarla llegará una calavera encapuchada con su hábito negro y guadaña en mano a tocar la puerta. Sin embargo, la realidad es que no se habla del tema con los moribundos no para proteger al enfermo, sino porque al no saber cómo hacerlo les da miedo.

Algunas de las principales reacciones que se tienen frente a la muerte son:

L El ocultamiento. “¡Que no se entere del diagnóstico!”. “Que crea que nosotros no sabemos que morirá”

L El reduccionismo. La ciencia trata a la muerte como un órgano enfermo; no como a un ser humano que se está muriendo. Se dice comúnmente: “Murió de cáncer”. Sin embargo, la muerte es cuestión de vida, no de enfermedades. Hay personas que están muy enfermas durante años y no mueren y hay gente sana que sí muere. Morimos por la sencilla razón de que estamos vivos. No morimos de cáncer, sino “con cáncer”. La muerte es lo que le da sentido a la vida. Al saber que somos seres finitos, al darnos cuenta que no viviremos en nuestro cuerpo eternamente, deberíamos de disfrutar la vida más plenamente. La muerte es el pan de cada día. Por eso, lo que hagamos o pensemos, debemos de considerar que puede ser la última vez que ocurra. Por esa razón, cualquier cosa que hagamos, hay que hacerla plenamente. Mueren bebés antes de nacer, recién nacidos, jóvenes, adultos, ancianos… Deberíamos de ver la muerte con mayor naturalidad, para que al afrontar que somos seres mortales, gocemos absolutamente de la vida.

L La tecnificación. Aunque el paciente esté en sus últimos momentos, lo tengan internado en un hospital con suero, sonda y todo tipo de mangueras y agujas que uno pueda imaginarse, que reciba quimio, aunque sufra, aunque ya no quiera; cree que le alargan la vida, pero lo que hacen es prolongar su agonía. Cuando se está en una etapa de la enfermedad en que se puede salvar la vida del paciente, es correcto luchar por ello, pero en los momentos en que ya no hay esperanza, lo más sano es estar en su casa, rodeado de sus seres queridos que llenen de atenciones y cariño al paciente. Tampoco se trata de propiciar la muerte, simplemente permitir que la culminación llegue por sí misma en un ambiente de afecto y de paz, brindando al enfermo apoyo:

ü Físico (al hacer uso de analgésicos para evitar el dolor y sufrimiento, manteniéndolo limpio, sin sed ni hambre).

ü Psicológico (comprender el sufrimiento por el que está pasando al estar perdiendo autonomía, independencia y la propia vida. Al hablar con un moribundo, decirle que no tenga miedo, pronto vendrá una liberación, que no está solo, que ha sido una buena persona —hijo, hermano, etc— para reafirmar su trascendencia. Sería fantástico que tuviera fe religiosa para apoyarse en la misma y decirle que Dios le está esperando, afirmarle que puede dar el paso tranquilamente y con paz, que aquí con su familia todo queda bien).

ü Afectivo (hacerlo sentir amado. Ayudarle a que muera sin pendientes de perdón ni de ningún otro tipo. Que se llene de paz al tener la certeza de que todo queda bien).

ü Social (al mantenerlo en el entorno de la familia).

ü Espiritual (según a los rituales luctuosos a los que el enfermo pertenezca, si no desea nada de eso, no se le debe obligar).

ü Trascendental (ayudándole a descubrir la huella que deja).

Es común, como hemos dicho anteriormente, que los dolientes vivan una etapa de negación o rechazo y encuentren todo tipo de evasivas para no estar con el moribundo evitándose ese dolor, o bien que se encuentren aferrados a que no muera su ser querido. No se acepta que la muerte es un proceso que estamos viviendo todos. Día a día se mueren miles de nuestras células. lo mejor que se puede hacer es aceptar esa realidad y saber convivir con la idea de que somos mortales para comprometernos con la vida que tenemos en este momento tratando de encontrar el significado y disfrutar cada momento que podamos vivir.

 
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